Existen distintos estilos educativos que potencian el desarrollo infantil. Uno de los métodos que goza de gran protagonismo actualmente es el Método Montessori. Sin embargo, existen otras fórmulas también importantes como el modelo Pikler.
El poder de la libertad de movimiento
Coincide con la perspectiva Montessori en la importancia de convertir al niño en centro y protagonista de su propia evolución. Desde esta perspectiva, el adulto debe reforzar la empatía con el niño para entender su propio punto de vista, en lugar de condicionarle con mensajes que son más propios de la mentalidad adulta. Por ejemplo, la prisa.
La esencia de esta filosofía educativa se basa en el poder creativo de la libertad de movimiento que permite al niño ser y estar en armonía con el presente. Gracias a este fomento de la libertad, el niño tiene una disposición de ánimo más propicia para explorar el entorno. El nombre de esta disciplina rinde homenaje a Emmi Pikler quien impulsó una visión constructiva en torno a la propia capacidad infantil de aprender.
Desde este punto de vista, el vínculo entre el padre y el niño no debe fomentar la dependencia sino la autonomía. Desde el punto de vista decorativo, siguiendo la esencia de esta filosofía, puedes crear un espacio de juegos que cuenta con material didáctico para potenciar al niño en sus habilidades.
Desarrollo autónomo
El potencial autónomo del niño está centrado en su propia sabiduría interna puesto que el bebé también aprende a partir de la experiencia. El adulto puede adoptar un rol de acompañamiento desde el amor y la motivación incondicional.
El movimiento es vital para el niño. Un movimiento en el que cada paso adquiere significado en la conquista de nuevas metas. Intenta observar todo lo que tu hijo puede hacer de manera autónoma para captar la esencia de su propia sabiduría. Si deseas profundizar en este tema puedes hacerlo a través del libro «Moverse en libertad: Desarrollo de la psicomotricidad global» de Emmi Pikler.