Quién pudiera retroceder en el tiempo para volver a ser niño, ¿verdad? Vives sin preocupaciones y tienes tiempo libre para emplearlo con toda libertad. Jugar es una de las tareas principales, y los padres no debemos evitar que sea así. El juego infantil, existente desde que el ser humano fue creado, es beneficioso por varios motivos que merece la pena conocer.
Tan necesario como enriquecedor
Para empezar, hay que decir que el juego infantil tiene la capacidad de desarrollar la imaginación del pequeño. Los procesos creativos se suceden cuando tiene la posibilidad de jugar. No es obligatorio que lo haga acompañado para que así sea, aunque es recomendable prestarle atención y jugar con él de vez en cuando.
El niño, cuando juega, está experimentando. Empieza a conocer qué es lo que puede encontrarse en el mundo que le rodea. Aprende a utilizar mecanismos que le sirven para adecuarse a las distintas situaciones que se le van presentando, algo que luego puede trasladar a su día a día con los demás.
Jugar con otros niños dispara su sociabilidad. Empieza a potenciar sus habilidades comunicativas y pierde timidez, lo cual no quiere decir que se convierta en un adulto tímido.
A veces se gana y a veces se pierde. Así son los juegos. Es bueno respetar las reglas y saber que no siempre se puede ser el mejor. Es un aprendizaje que se manifiesta en triunfos y derrotas, en alegrías y en frustraciones. Es bueno experimentarlo todo.
Más memoria, más concentración, más atención, más observación… El juego infantil ejercita todo eso y mucho más. Es indispensable para la estructuración del yo y, según la UNESCO, «condiciona el desarrollo armonioso del cuerpo, de la inteligencia y la afectividad.
Dicho todo esto, no queda otra que añadir un… ¡a jugar!.