Con frecuencia, el aburrimiento se interpreta desde una perspectiva negativa que parece romper con el ideal de las vacaciones. Sin embargo, el tiempo libre y la integración de una nueva rutina ofrecen la oportunidad de redescubrir la realidad desde otro ángulo. Pues bien, el aburrimiento infantil puede surgir en el periodo vital.
1. Crea el contexto ideal para tomar decisiones
La gestión del calendario está perfectamente organizada durante el curso escolar. La ocupación continua no deja el espacio necesario para experimentar aquellas sensaciones que quedan en un segundo plano.
Vivir el aburrimiento es clave para alimentar la autonomía en la toma de decisiones. El niño puede quedar a la expectativa de que suceda una novedad externa. Pero también dispone de los recursos esenciales para transformar el momento por medio de su creatividad.
2. Los momentos de diversión se disfrutan todavía más
Visualizar un calendario estival vivido al compás de la alegría permanente es una expectativa irreal. A lo largo de las vacaciones se producen escenarios de todo tipo. Lo verdaderamente importante es que, en el balance final, los instantes felices sean más numerosos que aquellos que tienen un tono diferente.
Sin embargo, las escenas de creatividad, juego, entretenimiento y diversión se valoran todavía más desde el contraste con el aburrimiento vivido en otras situaciones.
3. No supone una pérdida de tiempo
El descubrimiento del aburrimiento es clave para superar creencias limitantes en torno a la gestión del tiempo en vacaciones. Es habitual unir la productividad y los resultados con la felicidad. Pero conviene superar un esquema que parece vincular la autoestima con los logros alcanzados. Los momentos de aburrimiento no representan una pérdida de tiempo, sino que ofrecen otra visión de la realidad y de uno mismo.
El aburrimiento infantil es positivo en vacaciones. Por ello, es aconsejable no sobreproteger a los peques con un montón de planes.