Jugar es una experiencia muy positiva durante la infancia. Fomenta el entretenimiento y el conocimiento del mundo. Alimenta la creatividad, la autonomía y el desarrollo de habilidades. Por ello, los juguetes son un bien muy preciado. ¿Pero qué ocurre cuando un niño tiene un exceso de juguetes a su alcance? En ese caso, puede producirse el conocido como síndrome del juego inacabado cuando no existe continuidad en el desarrollo de una actividad.
Por qué se produce el síndrome del juego inacabado
En ese caso, el niño está expuesto a numerosos estímulos que despiertan su atención a corto plazo. Sin embargo, ninguno de ellos consigue mantener su interés de una forma más definida. De este modo, la dinámica del juego se interrumpe constantemente. El niño pasa de una actividad a otra, pero sin centrarse definitivamente en un pasatiempo específico.
Conviene puntualizar que los juegos infantiles no dependen únicamente del juguete en sí mismo, sino de la propia experiencia personal. El niño crea un universo de diversión a través de su implicación y su imaginación. Sin embargo, el exceso de juguetes no alimenta la creatividad.
Los niños que experimentan el síndrome del juego inacabado se aburren con facilidad a pesar de que tienen tantos medios disponibles a su alrededor. Cuando el niño recibe un nuevo regalo no lo disfruta verdaderamente, no le da un uso práctico en la vida cotidiana. Ese elemento, únicamente, ocupa un espacio en casa. La causa del síndrome del juego inacabado no solo puede estar relacionada con el exceso de recursos materiales, sino también con el alto nivel de sofisticación. Los materiales más sencillos son especialmente recomendables para los niños.
Cómo reducir el riesgo de que se produzca el síndrome del juego inacabado
En primer lugar, es importante que el niño tenga un espacio de juegos en casa, una zona que está específicamente diseñada para disfrutar. Por otra parte, los materiales deben estar ordenados. Además, los juguetes elegidos deben favorecer el aprendizaje de nuevas habilidades y destrezas.