Los juegos de imitación adquieren un valor esencial en el proceso de crecimiento del niño. Son experiencias que facilitan el aprendizaje a través de la interpretación de diferentes roles. A continuación, desarrollamos las características esenciales de aquellos juegos que se inspiran en situaciones de la vida cotidiana.
1. Conexión con el entorno
El lenguaje del juego recrea escenas que el propio niño percibe a su alrededor, descubre en una película o visualiza en el contexto de una obra literaria. El objeto de inspiración se recrea por medio de una experiencia centrada en la imitación.
2. Dinámicos y participativos
Es habitual que en un juego de imitación participen varias personas. El niño también puede entretenerse en soledad cuando utiliza juguetes que fomentan la imitación como, por ejemplo, peluches, utensilios de limpieza, casas de muñecas…
3. Crean nuevos universos en la rutina cotidiana
Los juegos de imitación transforman el entorno inmediato a través de la imaginación, la interpretación, el modelado y el desarrollo de nuevos roles. De este modo, el escenario del hogar o el ámbito educativo se enriquece con experiencias que crean nuevos espacios de aprendizaje.
4. Son libres, espontáneos y personales
La imitación del entorno pone el acento en los rasgos generales de una situación, es decir, el niño percibe aquellos gestos que son más representativos de un contexto. Pero la recreación de ese escenario se alinea con su propia percepción. Interpreta e improvisa aquello que percibe desde su perspectiva. Es decir, adapta la realidad a su contexto.
5. Un juego que tiene un gran significado emocional
Los juegos de imitación ofrecen un campo de opciones totalmente inagotable. La recreación puede enriquecerse con nuevos recursos y matices que personalizan el entorno y elevan el nivel de realismo de un proceso. La idea del juego, incluso cuando se repite en momentos diferentes, nunca permanece idéntica. Es flexible, creativa y versátil.