La rutina académica de un alumno puede verse alterada por factores relacionados con la salud. Un ingreso hospitalario, por ejemplo, impide que durante esos días, el niño pueda desplazarse como hace habitualmente para asistir a clase. Sin embargo, el hospital no solo es un entorno que protege el bienestar de los pacientes, sino que también promueve su desarrollo integral.
Espacios de aprendizaje en el entorno hospitalario
Por este motivo, las aulas hospitalarias que se enmarcan en este contexto, cumplen una función esencial en la sociedad. Los educadores infantiles que trabajan en ese lugar acompañan a los niños en su proceso de aprendizaje y formación.
De este modo, el alumno puede seguir profundizando en los objetivos educativos de su curso académico. Una preparación que facilita la adaptación posterior del estudiante en el colegio. La enseñanza personalizada es un valor importante en cualquier institución educativa, porque cada alumno posee sus propias características y circunstancias. Una personalización que es todavía más esencial en aulas hospitalarias a las que asisten pacientes con procesos vitales muy diferentes.
La inteligencia emocional es clave para acompañar al alumno en un momento en el que también puede experimentar miedo, intranquilidad, preocupaciones o inseguridad. Y, sin embargo, el entorno de aprendizaje ofrece un contexto que promueve el descubrimiento, la socialización y la interacción con el entorno. Una experiencia que alimenta la autoestima y aporta una distracción positiva.
Enseñanza flexible que se adapta a las necesidades particulares
Por otra parte, es importante que exista una comunicación continua entre los padres del niño y el centro educativo. Una comunicación que también implica al aula hospitalaria. Una propuesta educativa que se adapta a las necesidades de los alumnos en circunstancias diferentes (niños y adolescentes).
El aprendizaje es totalmente individualizado como consecuencia de una programación flexible que tiene en cuenta las necesidades de cada ser humano.