La corresponsabilidad potencia la igualdad en el reparto de tareas y funciones relacionadas con el cuidado y atención de los hijos. Por tanto, es el elemento esencial en un proyecto de vida familiar. Evita que el peso de la atención se deposite principalmente en una de las partes. Promueve la colaboración en la pareja, en consecuencia, previene la carga mental que experimenta aquel que convive con una extensa lista de ocupaciones.
1. Equilibrio entre la vida familiar y el desarrollo profesional
La corresponsabilidad en el hogar también puede trasladarse al ámbito laboral. Crea un marco adecuado para favorecer la igualdad de oportunidades, la empleabilidad y el desarrollo profesional de hombres y mujeres.
2. Desarrollo personal en madres y padres
La corresponsabilidad no solo crea condiciones favorables para el crecimiento profesional y la materialización de una carrera a largo plazo. Es un enfoque que se traslada a otros campos de la existencia: la amistad, el tiempo libre, las aficiones… La organización de la agenda ofrece más oportunidades cuando las tareas se reparten de forma equitativa entre los adultos. En consecuencia, cada uno puede encontrar espacios para cultivar otras facetas personales que van más allá de la maternidad o la paternidad.
3. Educar en la igualdad de oportunidades a los hijos
La educación por medio del ejemplo constante e inspirador resulta especialmente constructiva para los hijos. Los niños pueden modelar y recrear aquellas acciones y comportamientos que observan a su alrededor. La corresponsabilidad educa en valores sobre el respeto, la igualdad y la colaboración. Es esencial para romper con estereotipos limitantes.
La corresponsabilidad nutre al grupo en su conjunto y potencia el bienestar individual de cada familiar. Incrementa el nivel de compromiso e implicación de cada progenitor con sus tareas y funciones. Por otra parte, nutre cada uno de los vínculos que se forma en el marco familiar. Mejora la comunicación y la relación de pareja. Y crea momentos muy especiales con cada hijo.