Asistir a un campamento de verano durante la infancia es una de las propuestas de ocio que planifican muchas familias. Como cualquier programa educativo, el campamento tiene unos objetivos pedagógicos que hacen referencia a la finalidad del proyecto. Es decir, cuando llegue el último día de aprendizaje, el niño habrá desarrollado nuevas habilidades y competencias. Existen diferentes criterios que conviene valorar en la elección de un campamento.
La ubicación del entorno en el que se desarrollan las actividades, la temática principal, el tiempo de duración, el precio, la institución que organiza la iniciativa, grupo de edad al que se dirige, el equipo que compone el proyecto o el catálogo de servicios disponibles durante el campamento. Pues bien, hay otro aspecto que conviene analizar con detenimiento: los objetivos educativos.
Objetivos frecuentes de los campamentos de verano
Cada plan de formación tiene sus propias metas. Dichos propósitos hacen referencia a cuestiones realistas. Existen algunos objetivos que se repiten de forma habitual en contextos diferentes. Por ejemplo, los campamentos de verano favorecen la formación y la diversión. También impulsan la autonomía infantil, el desarrollo de habilidades sociales, el descubrimiento de la naturaleza y la experimentación. Los campamentos se desarrollan durante las vacaciones.
Por ello, favorecen el mantenimiento de una rutina. Conviene señalar que el fin más relevante de la programación es que los asistentes disfruten de una experiencia inolvidable. Ten en cuenta que el recuerdo del primer campamento perdura durante mucho tiempo en la memoria.
Aprender a compartir
El aprendizaje de valores esenciales también es una prioridad que destaca en los objetivos educativos del campamento. El compañerismo, la colaboración, el respeto, la humildad y la solidaridad mejoran la convivencia en el grupo. Los asistentes aprenden el valor de las normas y su aplicación práctica en el contexto de las dinámicas llevadas a cabo.