La educación permisiva es aquella que no establece normas y límites claros. Es decir, sobreprotege al niño, no le ayuda a descubrir las consecuencias de un comportamiento inadecuado. En Rincón del Peque enumeramos cinco razones para evitar la educación permisiva.
1. Crea efectos negativos a largo plazo
Los efectos de la permisividad son visibles en la infancia, pero se intensifican en la adolescencia. Produce un bajo nivel de tolerancia a la frustración ante las dificultades y desafíos de la rutina.
2. Debilita la autoridad de padres y madres
El vínculo entre padres e hijos no es completamente simétrico, sin embargo, la educación permisiva debilita la autoridad de los padres que intentan no intervenir en situaciones que requieren de su orientación y acompañamiento.
3. Dificultades para establecer una rutina
La permisividad se materializa en la rutina cotidiana por medio de la dificultad para cumplir horarios o continuar con los planes habituales. La permisividad va más allá de la flexibilidad o la adaptación al cambio: el niño crece en un entorno que, con mucha frecuencia, le permite hacer aquello que le apetece.
4. Interfiere en el desarrollo de las habilidades sociales
La educación permisiva potencia el punto de vista individual en el niño: sus gustos, sus preferencias y sus prioridades adquieren un gran espacio en la vida cotidiana. Sin embargo, la empatía, la conexión con los demás y el cumplimiento de normas sociales forman parte de la convivencia.
5. Ser permisivo no implica querer más a un hijo
El niño conocerá a otras muchas personas a lo largo de su vida. Tendrá la posibilidad de construir grandes amistades y establecer otros vínculos más superficiales. El papel de un padre o una madre no puede compararse al de la amistad en sentido estricto. Las normas, los límites y las consecuencias educativas son positivas durante la etapa de crecimiento.
La permisividad también tiene su espacio en la educación y la crianza, pero conviene alcanzar un equilibrio.